«Queremos que las poblaciones vulnerables refuercen su resiliencia frente al cambio climático, pero también que participen en la transición ecológica»
Entrevista con Mathilde Bauwin, Jefa de Gestión del Conocimiento y coordinadora de «Cambio climático y biodiversidad»
ADA considera que no puede seguir actuando en el campo de las finanzas inclusivas sin abordar las cuestiones del cambio climático y la biodiversidad. ¿Cómo integra ADA estas cuestiones en sus actividades?
ADA ha decidido tener en cuenta estos temas porque afectan directamente a las comunidades que apoyamos. Por ejemplo, los pequeños agricultores - que representan la mayoría de nuestros beneficiarios -sufren sequías cada vez más graves que afectan su productividad. Por lo tanto, se hace necesario introducir prácticas de producción más resistentes a las perturbaciones climáticas. Nuestros beneficiarios del Sudeste Asiático y Centroamérica viven en zonas propensas a fenómenos climáticos extremos que tienen efecto directo sobre sus condiciones de vida. En estas regiones, por ejemplo, llevamos a cabo proyectos para que las viviendas sean más resistentes a los fenómenos extremos.
Sin embargo, el incorporar la cuestión del cambio climático a nuestros proyectos, también se ha convertido en un criterio para lograr su efectividad, lo que genera cambios en nuestra forma de trabajar.
Por ejemplo, si implementamos proyectos de apoyo a los productores agrícolas desarrollando servicios con instituciones financieras para financiar sus cultivos, tenemos que evaluar la viabilidad de estos cultivos a mediano y largo plazo, porque de ella dependen los ingresos tanto de los productores como de las instituciones financieras.
Además del cambio climático, intentamos abordar la cuestión de la biodiversidad, porque ambas son interdependientes. Sin embargo, las consecuencias de la pérdida de biodiversidad son más difíciles de comprender para nuestros asociados y beneficiarios porque son menos visibles a corto plazo.
En concreto, para cada nuevo proyecto, hay que tomar en cuenta el nivel de vulnerabilidad del país al cambio climático y los riesgos que enfrentan las poblaciones locales. A continuación, hay que ponderar las consecuencias del cambio climático o de la pérdida de biodiversidad en las actividades y resultados del proyecto, así como los posibles efectos negativos que el proyecto podría tener en el medio ambiente, el clima y la biodiversidad. Partiendo de esta base, si se detectan riesgos en uno u otro sentido, debemos tomar medidas para tomarlos en cuenta y evitarlos.
Actualmente observamos dos tendencias principales en cuanto a la integración del cambio climático y la biodiversidad en nuestros proyectos.
En primer lugar, la adaptación al cambio climático de las personas vulnerables se está convirtiendo en el principal objetivo de un número creciente de nuestros proyectos, sobre todo en lo que se refiere a la agricultura. Esto parece normal dado que estas poblaciones son las primeras en verse afectadas por las consecuencias del cambio climático.
Sin embargo, para ser coherentes con los principios de desarrollo sostenible a los que deseamos contribuir, ADA también está llevando a cabo un número cada vez mayor de proyectos que buscan promover un modelo de desarrollo económico bajo en carbono. Por ejemplo, el programa «Energía Verde para el Desarrollo Rural» busca lograr el acceso de las poblaciones rurales a la energía solar. Otro de nuestros programas, «Jóvenes y empleos verdes», aspira a que los jóvenes aprovechen las oportunidades laborales que genera la transición ecológica. En el campo de la agricultura, los distintos objetivos convergen con los proyectos que buscan implantar sistemas agrícolas resistentes al cambio climático y al mismo tiempo alimentados por energías renovables.
A pesar de que la adaptación al cambio climático sigue siendo el principal objetivo para las poblaciones a las que nos dirigimos, no debemos olvidar que los problemas ambientales son complejos e interdependientes, por lo que creemos que es esencial mantener una visión holística que tome en consideración también los problemas de las emisiones de gases de efecto invernadero y la pérdida de la biodiversidad.
Por otra parte, en nuestra opinión, el cambio climático no debe verse únicamente como un riesgo, sino también como una oportunidad, en particular para desarrollar nuevas actividades económicas en las que también participen las poblaciones vulnerables. Por lo tanto, a las instituciones financieras les conviene desarrollar una gama de servicios financieros para los actores que contribuyan a la transición ecológica, y animamos a nuestros asociados a seguir este camino.
¿Cómo perciben los asociados, y los beneficiarios de ADA de los países en desarrollo, la integración de estos enfoques? ¿Cuáles son los retos?
Los retos son importantes ya que a pesar de que la mayoría de los beneficiarios —sobre todo los productores agrícolas— tienen conciencia de las consecuencias del cambio climático en su actividad, no siempre están convencidos de que cambiar sus prácticas pueda aumentar su resiliencia. A menudo es difícil cambiar prácticas bien establecidas, sobre todo si los efectos esperados sólo se pueden observar a mediano o largo plazo. Se requiere frecuentemente un efecto de demostración para convencer a las poblaciones de que se comprometan con este tipo de transición que representa un riesgo de que se reduzca su productividad.
En cuanto a nuestras instituciones financieras asociadas, las primeras en implementar verdaderas prácticas de gestión de riesgos climáticos son las que ya fueron afectadas por el cambio climático. Para las demás, toma más tiempo, y algunas no tienen aún total conciencia de los riesgos que las amenazan, o a sus clientes.
El último Financial Inclusion Compass de la Plataforma Europea de Microfinanzas es muy esclarecedor en este sentido: aun cuando los donantes consideran que el cambio climático es un tema de suma importancia, las instituciones financieras le otorgan el menor nivel de importancia entre los 10 aspectos que evalúan. Por lo tanto, hay todavía mucho trabajo de concientización por hacer a diferentes niveles.
¿Cómo puede contribuir el tomar en cuenta el cambio climático y la biodiversidad a mejorar las condiciones de vida de los beneficiarios de ADA, tales como los hogares vulnerables, los pequeños agricultores y los jóvenes empresarios en los países en desarrollo?
En el caso de los productores agrícolas y forestales, la integración de estas problemáticas en nuestros programas debería permitir que sus actividades económicas se mantengan en el largo plazo, y que sigan generando ingresos, incluso si cambia el clima. En cuanto a los hogares vulnerables, el desarrollar soluciones financieras y no financieras que les permita tener un acceso seguro al agua en un entorno en el que esta escasea, o hacer que su hábitat resista más a las perturbaciones climáticas, debería contribuir a mejorar sus condiciones de vida.
Por último, en el caso de los jóvenes emprendedores, el objetivo es sobre todo que aprovechen las oportunidades económicas generadas por la transición verde. Por ejemplo, en el sector agrícola, la transición a la sostenibilidad requiere semillas específicas, equipos para gestionar mejor el riego o utilizar fuentes de energía renovable. La producción y/o distribución de estos insumos y equipos constituye una actividad económica en sí misma, que pueden llevar a cabo los jóvenes empresarios. Del mismo modo, en nuestros proyectos relacionados con la energía, no nos limitamos a promover el uso de energías renovables a nivel doméstico, sino que también fomentamos el desarrollo de pequeñas empresas intermediarias que distribuyen equipos que funcionan con energías renovables.
Nuestros asociados, por su parte, pueden apoyar a estos jóvenes desarrollando esquemas financieros para financiar estas actividades. Con este tipo de enfoque ADA interviene a varios niveles: no solo intentamos fortalecer la resiliencia y mejorar las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables, sino que nos esforzamos por hacerlo fomentando el desarrollo de un ecosistema local de actores que puedan contribuir a ello. Es una forma de velar por la sostenibilidad de nuestras iniciativas.
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